12/20/2010

Seymour


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10/09/2009

11/09/2006

Viaje al centro de la mente. Dia 1 (Just like home)

Los cristales del tren que une Shipol con la Centraal Station estaban salpicados de gotas de agua que brillaban como perlas con los primeros rayos de sol que se dignaban a salir entre las nubes.

En tan solo 15 minutos Mike pudo hacerse una idea de cómo iba a ser aquello a través de una conversación ajena. En el mismo vagón estaban planeando el fin de semana un grupo de ingleses, escoceses o cualquier tipo de excremento humano desechado por la madre Bretaña. Hablaban en un tono alto, molesto y repleto del polifacético verbo “to fuck”. Con un gran mapa de la ciudad apoyado en una mesita entre dos asientos, los que parecían los cabecillas estaban organizando el cotarro. Estos tipos, a los que Mike pasó a denominar Aníbal y Phoenix, estaban marcando círculos en el mapa con un rotulador rojo. Que si este coffe shop es mejor que el otro, que si aquí hay un pub inglés de puta madre, que si las putas de aquí no son las piojosas de Leith e o algo así… a Mike le hubiera gustado gritar “hola cacho de cabronazos ¿habéis oído hablar del Museo Van Gogh? ¿Y del Rijksmuseum?” pero a parte de quedar extremadamente pedante hubiera peligrado su integridad física.

Mientras, en los asientos colindantes al grupo de mando estaban los colegas, algo mamados ya y con menos disposición a la organización y más a la acción. Todos hablaban alto, en un tono que estaba molestando amargamente al resto de pasajeros, muchos de ellos holandeses.

Fin de trayecto.

La llegada a la estación parece sacada de otra época. Una amplia bóveda de crucería cubierta por miles de barras metálicas advierten de lo importante que fue la estación y la cuidad en la época industrial. Todo un desafío que pasa inadvertido al grupo de ingleses que salen a empujones y regañadientes, algo excitados y poniéndose y quitándose camisetas. El caso es que el número de británicos se estaba multiplicando, como en la peli esa de los clones.

Mike caminaba con la idea de encontrarse en alguna parte con Craig, su colega inglés y Maarje, una chica holandesa que conoció unos meses antes.

Justo a la salida de la puerta de la estación aparece Craig con una hamburguesa en una mano y un café del McDonalds en la otra. Típico. Pero en el momento en el que se iba a producir el efusivo abrazo un empujón desplazó ambos cuerpos al suelo. Desde allí Mike se pudo sentir como un extra en la peli de Braveheart. Diez, veinte, quizá más, una amalgama de cuerpos se estaban zurrando con la mayor naturalidad, ante la mirada asustada de los viandantes. Los golpes eran certeros, como si de profesionales de la gresca se tratara. En unos segundos de alguna cuenca nasal, labio roto o ceja destrozada empezaba el reguero de sangre. Entre ellos estaba Aníbal, gritando algo que Mike no tenía ganas de traducir. El tal Aníbal tenía una camiseta diferente, era de fútbol, con rallas verticales negras y blancas, bueno, y un poco de sangre también… Tenía agarrado por el cuello a un tipo grande, rubio y con la cabeza rapada.

Mike nota como alguien le coge de la chupa de pana y le levanta, es Craig, que le saca del mogollón.

Craig es un tío de puta madre. Inglés, del noroeste, concretamente del condado de Durham. Informático, practica King Boxing y es alcoholdrogodependiente.

En unos segundos dos coches patrulla, una lechera y unos cuantos robokop aterrizan en el improvisado ring. Craig decide salir pitando, como el resto de british y de dutchs.

Mike y Craig se alejan por la calle principal a toda caña, aturdidos, intentando esquivar el caos que provocan los coches, tranvías, bicicletas y peatones.

Mientras caminaban por la avenida, Craig llamaba a Maarje. El punto de encuentro: El museo del sexo. Como estaban cerca de allí y les sobraba algo de tiempo, decidieron por unanimidad tomarse una pinta por el reencuentro. Craig sonríe con su pinta en la mano y con la ironía que caracteriza a todo inglés espeta: “Just like home”

10/20/2006

Viaje al centro de la mente. Dia 1

Ver salir el sol es una sensación siempre desconcertante. Si te acabas de levantar, crees que todavía queda mucho día por delante. Por el contrario, si estás a punto de acostarte, la noche ha podido ser algo inolvidable.

Ese día el avión salía a media mañana. Mike tenía suficiente tiempo para hacer unos recados e ir al aeropuerto. Todo hubiera sido más sencillo sin el penetrante martillo hidráulico que desquebrajaba sus sienes a cada latido.

Mientras caminaba por las calles de Madrid, en busca de una ferretería donde comprar un candado para la maleta, recapacitaba en la idea de que siempre que algún acontecimiento de gran envergadura se acercaba, la tenía que cagar. ¿Cómo? Pues poniéndose pedo el día antes, teniendo una enorme resaca y quemando, antes de tiempo, todas las energías. El café que se acababa de tomar no le estaba sentando nada bien a su estómago. Después de lo de ayer, parece que estuviera de penitencia. ¿Quién coño inventó el nescafé? Peor aún ¿quién dice que está bueno?

Con el candado en la mano, de vuelta a su queo, la cuantiosa dosis de cafeína ingerida parece tomar el control de la autoestima y lleva a Mike por caminos de inusitada euforia. Orgulloso del ínfimo volumen conseguido para su maleta de fin de semana, emprende el camino a lo que se supone va a ser el mejor viaje de su vida. En el metro, mientras suena Mr Brightside de los Killers, un sentimiento de añoranza hace que su piel se ponga de gallina. Rápidamente se olvida y la fantasía del empanamiento metril hace que Mike sueñe con encontrarse con Kate, la de Perdidos, semidesnuda y desmayada en una roca. Por su puesto, después de haber estrellado el avión, hacerse colega de Chalie y ponerse de jaco hasta las cejas. Lo malo es que no hay ninguna isla del pacífico sur entre Madrid y Ámsterdam, pero que más da. Sería guay, piensa, con una sonrisa bobalicona que hace que la chica que tiene enfrente se fije en él en plan ¿Qué coño miras pringao? La chica borde se ha subido en Colombia. Tiene una maleta de fin de semana, como la suya, pero más grande, lo que hace sentirse mejor al pobre Mike.

Chek in.

Espera

Despegue

Sobe

Música

Maleta

Tren a Centraal Station.

Empieza lo bueno.

10/11/2006

Viaje al centro de la mente. 1 day left

¿Qué mejor sitio para la redirección personal que Ámsterdam? Eso es lo que se preguntaba mientras que la unión perfecta entre los cuadros blancos y negros del estampado de sus zapatillas y el alcohol hiciera que mantener el equilibrio fuera una proeza sólo al alcance de Burt Lancaster o Nick Cravat.

Ámsterdam. Todo un símbolo de libertad. Todo un emblema del calvinismo más radical. Pero algo tiene, como un tan-tan en medio de la selva que mueve los cuerpos al ritmo de latidos de corazón. A todos nos atrapa tarde o temprano, como un pequeño roedor que acude al cálido aroma del queso semicurado. Puede que sea eso, ese lugar paradigmático donde te pueden mirar mal por hacer algo que no gusta a algunos, pero que respetan que hagas. Puede ser eso.

El ruido agudo y estridente de la goma de unas michelín contra el húmedo alquitrán de la avenida retumba en su cabeza. La mirada desconcertante del conductor contrasta con la expresión desinhibida de Mike, que respira calmadamente mientras apoya sus dos manos contra la chapa del morro del vehículo. Un instante después, algo parecido a zumo de naranja, pero más pálido sale de su boca con gran esfuerzo, aunque sin una clara potencia. Con la bilis se acabó la noche. Mañana será otro día, mañana saldrá el avión.

7/12/2006

Hello, it's the first post

This is the first post I put here. I don't really want to do with this bog, maybe write all the things I think, I do, I make...
The title is suggestive. Maybe I have read too much Irvine Welsh. But I think everybody is a fucking junk, we need each others, we need love, we need chocolate, coke, coffe, tabaco, alcohol...
Anyay, that's was just I meam. We like drugs, we love drugs.